Educar
Es innegable que en los últimos años, el país ha realizado un importante y auspicioso esfuerzo destinado a promover una educación de calidad, una educación que signifique la formación integral de las personas y un compromiso de todos por contribuir en ese proceso; una aceptación de la necesidad de dedicarle atención y esfuerzo que trascienda lo simplemente formal. De ahí que, la tarea de un maestro no es sencilla.
Si tomamos en cuenta que cada ser humano es único e irrepetible, resulta un desafío constante el tener que abrirse más a las realidades sociales y contextos geográficos de un país tan diverso como el nuestro; no es lo mismo trabajar en contextos sociales relativamente estables que en lugares en donde se viven tensiones propias; no es lo mismo trabajar con alumnos que cuentan con todos los recursos que hacerlo en condiciones de carencia de éstos.
Ello exige replantearse el oficio de ser maestro e impartir conocimientos para convertirse en formador, destacando las potencialidades de cada uno de sus estudiantes. Significa proporcionarle la mejor opción para su educación, acompañarlo, orientarlo y esperar a que las decisiones futuras sean las adecuadas para que se convierta en una persona responsable, útil a la sociedad y un hombre o mujer capaz de decidir y actuar congruentemente.
Mónica Banegas Cedillo